Presentación

El Centro Ecuménico Diego de Medellín (CEDM) es una institución sin fines de lucro que ofrece un espacio de formación e interacción ecuménica promoviendo el diálogo interreligioso. Fundado en 1982 por personas católicas y evangélicas, en sus 37 años de existencia ha realizado un trabajo ecuménico vinculando la experiencia de fe y comunidad con los desafíos sociales y culturales del país y América Latina.

En el CEDM capacitamos y formamos a personas y comunidades de fe en espiritualidad, conciencia crítica y desarrollo humano para la formación de líderes inclusivos y participativos. Realizamos un acompañamiento comunitario a grupos sociales dañados por las condiciones de discriminación y exclusión por causa de género, edad, etnia, condición social, orientación sexual, discapacidad física o mental y práctica religiosa. Promovemos procesos de interioridad y reflexión espiritual con el objetivo de que las personas y comunidades activen sus propios recursos y disposiciones, y crezcan en autonomía, solidaridad y creatividad.

Desde hace décadas realizamos un trabajo territorial con comunidades de fe de las comunas de la Florida, La Granja y Lo Prado, además de asesorar a organizaciones e instituciones en procesos de reflexión espiritual y realizar actividades de encuentro y difusión en nuestra sede, como seminarios, talleres, cursos y conversatorios en torno a los temas que son materia de debate en la sociedad, siempre desde la reflexión y espiritualidad ecuménica. De esta forma, vinculamos fe con ética y política, teología y justicia de género, justicia climática, cultura y memoria.

A través de nuestro quehacer buscamos rescatar y promover el valor de lo comunitario y la reflexión crítica ante las problemáticas y desafíos que enfrentan las comunidades en la actualidad. Entendemos que los grandes desafíos de nuestra soicedad no se pueden enfrentar de manera individual, por lo que promovemos un espacio de reflexión ecuménico donde es bienvenida la diversidad de voces, inquietudes y experiencias.

MISIÓN

Promover experiencias liberadoras en comunidades de fe y organizaciones sociales y populares, con un enfoque ético, político y espiritual, para aportar juntos a la construcción de una nueva cultura del cuidado y del buen vivir, justa, solidaria e inclusiva de la diversidad.

VISIÓN

Aspiramos a una sociedad más solidaria y justa, respetuosa de la diversidad y a todo lo viviente, y buscamos contribuir a la formación de personas que lideren esas sociedades. Queremos ser una institución ecuménica demandada por las comunidades de fe por tener un servicio consolidado de asesoría y formación de personas y grupos, cuya particularidad es incluir la dimensión política, social y cultural.

FOCO ESTRATÉGICO

En todas las experiencias pedagógicas significativas, incluidas las metodologías participativas y lúdicas, trabajamos junto a las comunidades de fe con un enfoque ecuménico y liberador, vinculando fe con ética y política, justicia de género, medioambiente, cultura y memoria. De esta forma, aportamos con singularidad a la inclusión de las diferentes voces que invocan lo sagrado

PRINCIPIOS ORIENTADORES

• Promovemos el valor de lo comunitario, la solidaridad, inclusión y el respeto a la diversidad.
• Trabajamos con una cultura de la transparencia, responsabilidad y rendición de cuentas en todas nuestras acciones.
• Buscamos el crecimiento personal y desarrollo humano, que las personas crezcan, se conozcan mejor y ganen en autonomía y madurez.
• Promovemos el derecho humano a la espiritualidad. Toda persona para llegar a ser persona plenamente, requiere tomar contacto con algo que está más allá de ellas y que le denominamos de distintas maneras según las culturas, lugares y tiempos. Esta vivencia espiritual permite a la persona aportar al mundo que le rodea la plenitud de sus riquezas: talentos, capacidades y potencialidades.
• Vivimos una acción ecuménica y liberadora. Para hacer frente a los grandes desafíos de la humanidad hemos aprendido que necesitamos la acción conjunta de todas las comunidades de fe. Pero dicha acción no es neutra, sino que nace y se concreta en las demandas y esperanzas de las mayorías excluidas y marginadas del sistema. Esto implica una opción liberadora a la que nos sumamos.
• Promovemos una educación para la paz. El individualismo que caracteriza la violencia presente en nuestra sociedad en todos los niveles, nos hace revalorar la cultura de la paz en todos los ámbitos, pues ella se funda en la aceptación del otro como legítimo otro en la convivencia (H. Maturana), indicando así en definitiva, que “el amor es la emoción que funda lo social”.